Actualmente en España existen 9 refinerías (todas ellas propiedad de grandes petroleras, REPSOL, CEPSA y BP), donde se somete al crudo a un tratamiento industrial del que obtiene el combustible que vende a los diferentes operadores y que cumple con los requisitos mínimos que marca la ley.
Es la Unión Europea quien establece las características mínimas que debe tener el carburante para poder ser comercializado en territorio comunitario.
CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos) es la empresa que controla prácticamente la totalidad del mercado de distribución, y que se encarga de transportar y almacenar el carburante antes de que llegue a los puntos de venta.
En la fase final de la distribución, cuando el carburante está a punto de salir de las instalaciones de almacenamiento para ser llevada a los surtidores algunos, algunos operadores agregan aditivos al producto básico.
Cuando las gasolineras “low cost” dicen que “su producto sale de CLH” es cierto, prácticamente todo el carburante sale de allí, pero generalmente lo que ellos venden es el carburante tal cual sale de la refinería, “en bruto”, sin aditivos y que por tanto tiene un precio más bajo.
Por supuesto que cumplen con las especificaciones mínimas de la normativa y el coche va a funcionar, pero no es el mismo producto que servimos nosotros en nuestras Estaciones de Servicio y por tanto el vehículo no va a responder igual. La diferencia está en los aditivos
¿QUÉ SON LOS ADITIVOS?
El único elemento que puede diferenciar un carburante de otro son los ADITIVOS, unas sustancias químicas que se añaden en pequeñas proporciones al combustible básico para favorecer sus propiedades detergentes y lubricantes —lo que implicaría un menor consumo y mejor rendimiento del motor del coche al estar el motor más limpio y con menos residuos
Las petroleras añaden sus aditivos exclusivos únicamente al producto que suministran a Estaciones de Servicio de su marca y que aportan un nivel de calidad extra.
Los beneficios principales que aportan son:
Por lo tanto, efectivamente nuestros precios son más altos que los de gasolineras “low cost” o desatendidas, pero es que el producto que vendemos tampoco es igual.